Educación: del instinto a la madurez
Foto: Ministerio TIC Colombia
Al nacer los niños tienen todo el potencial para desarrollarse física, mental y emocionalmente, comienzan por despertar a la vida percibiendo el mundo a través de los sentidos, expresando sentimientos, comunicándose, primero en forma instintiva a través del llanto cuando están incómodos, tienen hambre o requieren atención, luego a través de gestos y poco a poco son capaces de comprender la palabra y después aprender a hablar.
Hacen preguntas y empiezan a asimilar el mundo que los rodea, a través de las oportunidades y experiencias que tienen a su alcance y de las respuestas que reciben de sus padres y de todos los que tienen contacto o relación con ellos.
Los niños tienen curiosidad, exploran, investigan, quieren aprender y comprender, tienen motivaciones, intereses, gustos y van desarrollando actitudes, hábitos, valores y comportamientos. Aprenden a tener disciplina, convivir y compartir con los demás y se van formando una idea de si mismos, van construyendo su autoestima.
En las diferentes ocasiones de interacción cotidiana como el baño, la alimentación, el juego, las expresiones artísticas como la música, el baile, la pintura, etc. los adultos pueden ofrecerle al niño las condiciones para que desarrolle la motricidad, el intelecto, el afecto, la creatividad y la imaginación.
Estos primeros años tienen un gran impacto en el resto de su vida, son la base para poder desarrollar, en la escuela, las competencias básicas: lectura, escritura y matemáticas, que son la herramienta fundamental para tener acceso al conocimiento y a la experiencia acumulada de la humanidad.
El maestro, con buenos sistemas, métodos y procesos puede motivar e interesar al niño para que explore, investigue, aprenda y desarrolle las competencias básicas hasta dominarlas plenamente, las convierta en hábitos, las disfrute y se convierta en un aprendiz efectivo permanente. Lo hace a través del afecto y el relacionamiento colaborativo, partiendo de lo que él es, siendo ejemplo de valores, hábitos y comportamientos.
Con buena capacidad de lectura y comprensión, niños y jóvenes pueden investigar, explorar, cuestionar, comprender su entorno, acceder a los conocimientos fundamentales de acuerdo a sus intereses y motivaciones sobre historia, filosofia, espiritualidad, literatura, geografía, ciencias, antropología o cualquier otro tema, y asociarlos con su vida, sus vivencias y experiencias. Esto les permitirá ir encontrando sentido a todos estos aprendizajes e ir avanzando en su formación integral.
La formación integral es la que permite comprender la vida, ser plenamente humano, vivir
aprovechando todas las potencialidades y trascender dejando un legado. Es la que facilita a la persona lograr su autonomía, responsabilizarse de su vida y construir el futuro que desea.
Comprender implica responder preguntas fundamentales como: qué es la vida, la muerte, quién soy yo, cómo soy, dónde estoy, de dónde vengo, para dónde voy, qué es la sabiduría, la felicidad y las demás preguntas que para cada persona y cultura sean importantes.
Ser requiere definir una filosofía de vida: Misión (cuál es mi razón de ser, para qué vivo), visión (a donde quiero llegar, cuáles son mis sueños, qué quiero haber logrado al final de mi vida), creencias, valores, actitudes, hábitos, comportamientos y motivaciones.
Vivir plenamente, de acuerdo a lo que cada persona define, es hacer lo correcto, bien hecho: Planear lo que queremos alcanzar, definir nuestro proyecto de vida (áreas clave de desarrollo personal con metas, estrategias y acciones anuales, mensuales, diarias) y desarrollar las competencias, habilidades, métodos, procesos y procedimientos requeridos para implementar dichas estrategias y acciones y lograr las metas deseadas.
Con base en lo que hemos planeado, podemos desarrollar nuestro proceso de mejoramiento personal: realizar las tareas definidas, evaluar los resultados, definir acciones correctivas y planes de mejoramiento y ejecutarlos.
Trascender: dejar un mundo mejor que el que recibimos, avanzar hacia nuestra plena realización, lograr lo que nos proponemos en cada una de las áreas que para nosotros son importantes.
Hacia la madurez se avanza en la medida que comprendemos, somos, vivimos y trascendemos dando respuesta a las preguntas fundamentales, viviendo y disfrutando plenamente cada día y dando lo mejor de nosotros en cada ocasión.
Alberto Espinosa López
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