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¿Estamos formando “seres verdaderamente humanos”?
La primera pregunta es si la educación está simplemente transmitiendo conocimientos o si está logrando formar niños y jóvenes entusiastas, apasionados, comprometidos, responsables y solidarios, capaces de comprender el universo, el hombre y la vida, capaces de definir el sentido de su vida y aprovechar sus potencialidades.
La otra gran pregunta es qué es ser verdaderamente humano. Comienzo por responder ésta y para hacerlo quiero citar algunas reflexiones del libro “El sentido de lo humano” de Humberto Maturana*, destacado biólogo y filósofo chileno que hace planteamientos tan inspiradores como los siguientes:
- Las emociones son las que guían al ser humano, no la razón
- La emoción que funda lo social es el amor
- Lo humano se produce con el origen del lenguaje
- Lo humano se constituye en el conversar. El vivir humano se da como una red de conversaciones y surge constituyendo lo natural, la convivencia
- Cada uno tiene que encontrar cuáles son sus deseos, gustos, motivaciones, sueños, ideales, cuál es el tipo de vida que quiere vivir, cuál es el sentido de su vida, por qué vale la pena vivir
- Las distintas culturas son diferentes modos de vivir en el lenguaje y el emocionar, que justifican, definen y constituyen las relaciones humanas
- La cultura es compartida y hay una individualidad que permite a cada uno ser responsable de sí mismo
- El amor es el fundamento de la educación
- El maestro abre las puertas para que el estudiante explore el destino que quiere alcanzar y el camino o los caminos para llegar a él
- Cada uno es capaz de observarse, reflexionar y construir su futuro, aceptando y elaborando sobre lo que comparte, le gusta, está de acuerdo y corrigiendo, rechazando, cambiando lo que le parece inadecuado, o equivocado
- El ser humano tiene la capacidad de comprender, encontrar el sentido de su vida, planear, actuar, evaluar, reflexionar, corregir y mejorar
- Puede reflexionar sobre su responsabilidad social, ética y ecológica, tomar conciencia y actuar
- La institución educativa es un espacio experiencial, vivencial, de convivencia, aprendizaje y desarrollo integral
- El aprendizaje es una oportunidad de hacer, vivir y reflexionar, transformándose en la convivencia
De estas reflexiones, yo concluyo que lo que nos hace verdaderamente humanos no es acopiar conocimientos sino tener la capacidad de recibir y dar afecto, convivir en armonía, comprender quiénes somos, qué nos motiva, responsabilizarnos de nuestra vida, planear el futuro, soñar y convertir nuestros sueños en realidades, transformarnos, reflexionar y mejorar permanentemente.
En relación con la primera pregunta, si estamos “formando” seres verdaderamente humanos, comenzaría por aclarar que la formación de niños y jóvenes tiene tres grandes fuentes: el comportamiento y afecto de los adultos, la escuela y los mensajes que comunica la sociedad y yo creo que en los tres tenemos mucho por mejorar, creo que toda la sociedad, comenzando por sus líderes, tiene que tomar conciencia de que con sus comportamientos y mensajes están siendo ejemplo de comprensión, afecto, convivencia, responsabilidad y solidaridad.
Padres, maestros, directivos y autoridades, líderes espirituales, educativos, empresariales, sociales y políticos, medios de comunicación, todos con sus actitudes, hábitos, costumbres, comportamientos y forma de relacionarse, están formando a niños y jóvenes. Son modelos que ellos utilizan como guía y orientación de lo que quieren y pueden ser y hacer.
Un punto importante es comprender que los procesos de formación no son sólo para prepararse para vivir la vida en un futuro; son procesos vivenciales y experienciales que hacen la vida en y desde el presente.
Cada día y cada experiencia constituyen momentos de convivencia. Son oportunidades de conocerse, comprender lo que cada uno es, qué cree, qué lo motiva, a qué le da valor, entender cómo son los demás, respetar las normas, costumbres y tradiciones, investigar sobre los temas de interés, disfrutar cada momento, encontrar cuáles son las potencialidades, fortalezas y dificultades de cada uno, adquirir hábitos, métodos, procesos para vivir plenamente cada día, planear el futuro y avanzar en un camino de crecimiento, desarrollo y mejoramiento personal y social.
La cultura institucional, creencias, valores, actitudes, hábitos, comportamientos, en conjunto con la forma de relacionarse entre directivos, maestros, estudiantes, padres de familia y personal administrativo y las actividades extra curriculares como deportes, relación con la comunidad, eventos culturales, proyectos participativos, comités de convivencia, símbolos, ritos, reconocimientos, sanciones y disciplina crean códigos de comportamiento, ambiente y clima escolar que marcan lo que cada uno es y puede llegar a ser. Son elementos que contribuyen y hacen posible que los seres humanos podamos enfrentar el cambio constante que ocurre en nosotros mismos y en el entorno.
La escuela debe ser un espacio de construcción de relaciones democráticas, abierta, flexible y participativa. Un espacio que nos permita encontrarnos con el otro y aprender con él, en el que todos seamos valorados y reconocidos desde nuestra diferencia y en el que el proceso de aprendizaje sea una oportunidad real para la vida y para la construcción de una mejor sociedad, en la que todos tengamos cabida.
*Maturana, Humberto. El Sentido de lo humano. 11ª Ed. Santiago: Dolmen Ediciones S. A., 2002
Alberto Espinosa López
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