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Liderazgo, educación y paz
Foto: Alvimann
La base del liderazgo es lo que somos como seres humanos, nuestra capacidad de comprender, pensar, planear, convivir, construir, reflexionar, evaluar y mejorar.
Comienza por entender quiénes somos, dónde estamos, cómo somos, por qué hacemos lo que hacemos, cuál es el sentido de nuestra vida, por qué vale la pena vivir, qué nos hace plenamente humanos, qué huella, qué familia, qué comunidad, qué país queremos dejar.
La educación y el aprendizaje desde la cuna hasta la tumba y el conjunto de vivencias y experiencias, dentro de una cultura, un entorno y unas circunstancias, nos forman como personas y nos hacen comprender el universo, el hombre y la vida, definiendo creencias y valores y desarrollando competencias, actitudes, hábitos y comportamientos que nos permiten soñar qué queremos hacer, definir un proyecto de vida y avanzar hacia nuestra plena realización.
La educación es la responsable de formar los seres humanos que tenemos la capacidad de llegar a ser. Primero los padres y después maestros, directivos, medios de comunicación y toda la comunidad apoyan para que cada uno se responsabilice de aprovechar todas sus potencialidades, lograr un desarrollo integral y aportar al mejoramiento de los que lo rodean.
Para que una persona, una familia, una organización, una comunidad o un país sean exitosos y avancen hacia el logro de sus metas se requieren unos acuerdos fundamentales, por ejemplo: cuáles son nuestras creencias y valores compartidos, cuál es nuestra misión, nuestra razón de ser, nuestra visión, a dónde queremos llegar para con base en eso definir unas áreas, metas y estrategias para lograrlas.
Si pensamos en la Colombia del siglo XXI y analizamos cuales son las creencias que comparten la mayoría de los colombianos podríamos decir, por ejemplo, que creemos que tenemos un país con grandes riquezas, condiciones y oportunidades, que somos buenos trabajadores, que vemos el trabajo como una fuente de aprendizaje, crecimiento y desarrollo, que somos creativos e innovadores.
Si vemos los valores que compartimos evidenciamos que respeto, responsabilidad, honestidad y solidaridad son compartidos por la gran mayoría.
Si pensamos en cuál puede ser la misión de Colombia como país podríamos decir que es brindar las condiciones para que todos los ciudadanos puedan desarrollarse integralmente y convivir en armonía.
Y la visión, que en el año 2025 Colombia sea un país con regiones competitivas, con seres humanos competentes, responsables y solidarios que logran desarrollo económico, social y ambiental sobresaliente.
Para lograr todo esto se requieren líderes con sentido, con claridad de su misión trascendental en este momento histórico, sin egoísmo, ansias de poder o dominación, con actitud de servicio, generosos, preocupados por el bienestar colectivo y no por intereses particulares, con capacidad de dar afecto y comprensión, sin odios, ni resentimientos.
La paz comienza por aceptar que cada persona tiene sus creencias y valores, vivencias y experiencias que la hacen única y que por consiguiente ve las cosas en una forma diferente a la nuestra y actúa bajo sus propios parámetros, pero que todos podemos construir un sueño compartido del país que queremos llegar a tener.
Debemos comprender lo que somos, lo que depende y no depende de nosotros. Definir nuestra actitud ante la existencia, ante la vida, es distinto si la vemos como una oportunidad de aprender, crecer, desarrollarnos o como un castigo, una carga, un sufrimiento. Entender nuestras responsabilidades, capacidades, derechos, deberes, posibilidades y limitaciones.
Todo esto implica reflexionar, analizar, evaluar, juzgar, decidir y transformarnos para mejorar, entendernos a nosotros y a los demás, comprender que todos somos seres espirituales con creencias propias pero que todos compartimos un espacio, un país, unas oportunidades y que si perdonamos y damos afecto podemos contribuir a crear entre todos el país que queremos.
El aporte que cada uno podemos hacer a la paz comienza por cuestionar si tenemos claro por qué hacemos lo que hacemos, si nuestras motivaciones están hacia poseer y dominar o hacia servir y aportar a los que nos rodean, si todos nuestros actos están orientados a lograr el desarrollo del ser humano que estamos llamados a ser, si con nuestro ejemplo estamos liderando a hijos, estudiantes, colaboradores y seguidores para que se desarrollen integralmente, convivan en armonía y aporten al mejoramiento de los que los rodean.
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